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EL RINCÓN DEL MITO

MUSHISHI 7,9 (BUENA)

<B><FONT Color="#00009C"><font size=+2>MUSHISHI </font></font><FONT Color="#00009C"><font size=+4> 7,9 </font></font><FONT Color="#00009C"><font size=-1>(BUENA)</font></font></B> "Existen extrañas formas de vida inapreciables que coexisten en la naturaleza y que solo unos pocos elegidos pueden detectar. Los hay de varios tipos, pero la mera existencia de algunos supone una seria amenaza para la raza humana. Ginko, un misterioso caminante, vaga incansablemente por el mundo haciéndose cargo de quienes padecen el mal de los “mushi”, criaturas a las que quizá conoce demasiado bien..."


El “House” de lo paranormal

by Metalchuan


Las historias de fantasmas niponas tuvieron su pequeño instante de protagonismo en occidente hace un par de años. Como con todo, estos amarillos de original – prodigioso-intelecto nos sorprendieron una vez más contado las cosas a su manera y lo que en un principio hizo gracia acabó siendo un siendo un verdadero coñazo. Evidentemente a ellos les sigue acojonando; las crías japo no dudan en salir por piernas (literalmente) ante una escena medianamente inquietante, con los dedos incomprensiblemente tapándoles los oídos, pero aquí ¿que vemos siempre?: niñas arrastrándose con melenas Manowar que no pagan derechos de autor al salir el 300 películas distintas, ridículos espectros que vagan a través de cableados eléctricos y redes telefónicas, o crios con unas ojeras de jugar a la psp tres días seguidos y los potingues de la abuela derramados en las mejillas...eso es todo. Vale, la de la cámara de fotos estuvo bien, pero ¿no han hecho 3 juegos ya con ese recurso?

Ya les vale...


Los japoneses tienden en ocasiones a obligarse cual grupo heavy principiante, a copiar todo lo que comprueban que ha molado en su momento, a ver si cuela...

Mushishi podría englobarse dentro del género sobrenatu-fantasmal, y aunque en animación esta gente sabe lo que se hace -más que nadie- no podían evitar que partiera de primeras con esa carga; sobre todo porque en las pocas fotos que pude ver antes de su estreno, ni había tipos con esteroides, ni katanas, ni bichos con mala-gaita-come-cerebros ideados por la mente enferma de un adorador de Satán... tan solo se veía a un fumeta canoso, con una caja en su espalda, caminado por sinuosos paisajes y con la mirada perdida en alguna apasionante rama de pino insignis...

Menudo rollo, pensé, pero ¿que queréis?, el peculiar careto del tipo me provocó un espasmo de curiosidad. Aquello estéticamente parecía merecer al menos un vistazo rápido.

La brecha mental provocada por Hikaru no go había vuelto a hacer de las suyas, Mushishi iba a tener su momento de gloria, le iba a permitir un casting personal donde poder lucirse: iba a tragarme un capitulo...

Me embarqué entonces y sin querer en un género poco explotado en animación, una serie de entretenidos cuentos fantásticos que conforman un viaje para todos los públicos a través de lo entresijos que esconden los mushi, una especie de microorganismos invisibles y cabrones que se dedican a hacer de las suyas entre la población preferiblemente humana. Ginko, nuestro prota, un mushishi (o tipo que entiende de mushis, para no liarnos)- recopila sus experiencias mientras trata de salvar, de paso, a la peña poseída que se encuentra. Lo variado de retos a los que se verá expuesto supondrán todo un desafío para sus capacidades cuando pretenda salvarles a contrarreloj y toda una experiencia para nuestro expectantes ojos asistir a sus particulares exorcismos, mientras tratamos de averiguar algo del turbulento pasado del simpático colega...

¿He dicho ya que la parte técnica es una pasada?

Paciencia pequeños, a eso iba


Dibujos

En síntesis y por motivos que no vamos a desvelar aquí, durante los 26 episodios de los que se compone la serie, nuestro Ginko no podrá estar parado demasiado tiempo ayudando a los demás en un mismo lugar. Su necesidad de cambiar constantemente de ambiente tendrá como consecuencia un constante peregrinar por tierras desconocidas; su viaje pués, forzosamente deberá ser plasmado con toneladas de fuerza gráfica, de lo contrario su calidad se vería altamente deteriorada, porque llegados a este punto, es justo remarcar que la forma en Mushishi, pesa más que el fondo...

Ocurre sobre todo cuando ya ha pasado un tiempo desde que has visto el anime, el recuerdo que evoca en la mente el nombre de Mushishi se trasforma en poderosos recuerdos de una parte gráfica excepcional, muy por encima de algún detalle en concreto de la trama.

Y no es para menos. El exquisito detalle invertido en cada secuencia nos convence desde el primer fotograma. Los personajes son simples y con los detalles justos para mantener una tónica de sobriedad en los rasgos. Aunque resulta completamente injustificado que llegué a estar durante varios episodios pensando que un niño que salía todo el tiempo era el mismo, cuando después resulto que eran 3 diferentes y ¡una niña!... Ocurre sobre todo en los crios, el hecho de que sean excesivamente parecidos físicamente pero obviado ese detalle, son sin duda diseños expresivos y llenos de vitalidad. Los fondos son correctos y finalmente tenemos donde la serie exhibe todo su potencial, los verdaderos protagonistas, que curiosamente no son los mushi que vayamos conociendo, si no los paisajes a cielo abierto que recorreremos hasta dar con ellos.

Como si de un dvd de meditación se tratase, los impresionantes parajes por los que se adentrara sin dudar el canoso amigo, servirán de excusa perfecta para estas varios segundos de cada episodio invitándonos a recrearnos en ellos: desde caminatas interminables entre frondosos bosques, fatigosas escaladas por pendientes bajo un anaranjado atardecer, misteriosos islotes llenos de leyendas y montes de dudosa seguridad vial, hasta amenazantes tempestades o fuertes nevadas que se ceban en descuidados rincones rurales...

Los efectos especiales aparecen con cuentagotas en momentos claves para sazonar escenas clave y serán siempre de gran calidad, sin desentonar, acentuando sobre todo el efecto sobrenatural de los mushi o potenciando la presencia de algún efecto climatológico, hasta crear puntualmente autenticas maravillas que, sin duda, consiguen arrancar la nota más alta del conjunto de cualidades que presenta la serie.


Animación:

Rozando unos limites similares a la parte gráfica y haciéndola todavía mas increíble. Cuando en una serie que aparentemente no necesita impresionar en este apartado por ser de acción mas bien lenta, se ve un trabajo tan minucioso como el que luce Mushishi, no podemos mas que regocijarnos en nuestra fortuna ya aplaudir el buen gusto de sus responsables. Aquí todo se mueve de forma genial, sin apenas recortes y con alguna secuencia absolutamente perfecta. Si es un placer contemplar un fondo de paisaje genial, el simple detalle de ver como camina un personaje por un sendero en uno de sus extremos, se convierte en una estampa de genial capacidad estética nipona, una deleite visual que infunde una sensación de profesionalidad sin achaques en prácticamente todo el trascurso de la serie. Por otro lado, el trabajo reservado a la recreación de los mushi y sus particulares reacciones ayudados por la potencia de la animación, contribuyen con mucho a infundir tensión a las escenas en las que haya que lidiar con ellos ya que sus evoluciones tendrán la capacidad de sorprender en muchos momentos gracias a que sus movimientos serán realmente convincentes ...


Música:

Brillantes paisajes propios de un jardín zen, animaciones fluidas y sin achaques... ¿que nos queda para poder concluir nuestro particular cuadro de paz interior? Efectivamente, música “feng sui” a la carta, señores, como no podía ser de otra forma...

Todo el hilo musical de Mushishi se compone de suaves y armoniosas melodías sin apenas variaciones de intensidad, pero sin duda son buenas y están ejecutadas con mucha elegancia.

Piano y organo son los grandes portagonistas, pero el contraste de matices que surge entre efectos de sonido en forma de leves tañidos de campana o solitarias notas de instrumentos de cuerdas tradicional japonesa infunden gratificantes sensaciones de relajación y buen gusto que actúan como una perfecta guarnición en el sosegado mundo que rodea a Ginko. Los sonidos ambientales dan el pego de forma muy creíble completando un perfecto entramado de deliciosa calidad para envolver el guión de las diferentes historias, llegado a su clímax en el espléndido ending con el que concluye cada capitulo que es, sin duda, de lo mejorcito de la obra.


Argumento:

Utilizando el siempre efectista recurso de presentar capítulos auto conclusivos, Mushishi nos descompone una cantidad nada desdeñable de imaginativos trastornos provocados por diferentes tipos de “bichitos”.

Se nos remarca constantemente el principio básico de que estos curiosos seres merecen un respeto como forma de vida similar a cualquier criatura de dios, y eso se fundamente en la capacidad ética de protagonista, un tipo muy similar a un curandero con infinidad de recursos para hacer frente a diagnósticos bastante peculiares. Evidentemente si los efectos de estos imperceptibles seres no fuesen de lo mas desagradable, la cosa no tendría gracia, y pese a que el bueno de Ginko parte de la premisa de respetarlos antes que mandarlos a criar malvas, en ocasiones los muy capullos no dan alternativa...

Los habrá que viven en los sueños, otros que afectan a los sentidos más básicos, otros que se asemejan a efectos climáticos o formas geográficas. Los hay activos y pacientes, feos de aflojar el esfínter o visualmente bellísimos, pero todos comprometen de forma inquietante a sus huéspedes, afectan a su entorno y los convierten en apestados infelices o empujan a los supervivientes y parientes de sus victimas a largos peregrinajes en busca de respuestas o fatuos intentos de venganza.

Cada episodio un mushi, cada día un drama distinto en una parte recóndita de la singular geografía recorrida. Gente que aguarda esperanzada la vuelta de un ser querido desaparecido misteriosamente, momentáneos retazos de clarividencia potenciados por un parásito invisible que fuerzan a su portador a un tormentoso destino o vidas marcadas en la soledad de una misión para la que se les ha encomendado desde niños. Todos poseen de vínculo un mushi y todos serán retales de un todo que engordará a partir de entonces la crónica vital de nuestro protagonista.

Seguro que os ha llamado la atención una frase comentada en la parte grafica, “en Mushishi la forma pesa más que el fondo". Y es verdad.

No quiero decir con esto que la serie nos cuente 4 patochadas inviables o absolutamente ridículas, pero cuando lidiamos con un recurso distinto a cada encontronazo, es muy difícil hacer que todos tengan un nivel notable.

De hecho es muy posible que tras concluir con este ínfimo vistazo al previsiblemente más extenso peregrinaje futuro, sean pocas las cosas que permanezcan en el recuerdo por habernos impactado con su elocuencia. Me explico, lo que pasa es original en casi todo momento y se crean momentos entrañables e incluso con resultados globales muy imaginativos, pero analizando el porqué de ese sentimiento de frialdad injustificada que nos embarga finalmente, quizá el problema radique en que Mushishi no es amigo ni pretende en ningún momento “aterrar” pese a que su capacidad técnica y narrativa da constante pie a ello. Es decir, lo que afecta a cada tipo que va apareciendo es desconocido como la naturaleza del organismo causante, y algún efecto plasmado gráficamente da autentica dentera para mentes poco preparadas; pero aproximadamente durante el nudo argumental de casi el 90% de los capítulos nos damos cuenta de que no es para tanto, que el pequeño mamón invasor no tiene malas intenciones, ni capacidad de raciocinio que permita reacciones agresivas hacia quienes tratan de mandarlo al carajo, por lo tanto , el comprobar que la cuestión terrorífica en ningún momento sobrepasa un limite marcado en un “rate” para crios con un poco de aguante visual, privatiza hacer despuntar a la serie en algo memorable...

De la misma forma que si a un tipo con músculos, espada de varios metros y ganas de mambo le pones a charlar con el ejercito invasor, Mushishi crea falsas expectativas de una calidad insólita de algo que no acaban de cuajar finalmente por un guión con carencia notable de mala leche....

Este recurso sin embargo persigue previsiblemente otro objetivo, primero el de justificar la necesidad de ver como algo natural y no demoníaco la existencia de estos seres, y por otro lado y más importante, el permitir que la armonía calmada y carente de sobresaltos de la obra no desentone con un argumento excesivamente virulento.

En cualquier caso, encontraremos algunos momentos muy buenos y reseñables e incluso el hecho de no forzar la máquina en algo desagradable no evita que algún recurso narrativa ayudado muy de cerca por una animación efectista y algún dibujo enigmático nos provoque algún retazo de cangelo. El resto no será en ningún momento algo aborrecible que nos de ganas de evitar y en general el buen sabor de boca se mantiene constante pese a los altibajos de calidad entre algún episodios y otro...


Adicción:

Independientemente de los gustos particulares de cada uno en lo referente al particular género que nos ocupa, he tratado de remarcar en su justa medida las virtudes y defectos narrativos de la obra. A estos datos debemos sumar que la meritoria capacidad de invitarnos constantemente a descubrir nuevos devaneos en cada capitulo es algo difícil de justificar. Cuando ya has visto resolver una papeleta durante un episodio, el encararse con otra situación que merezca un análisis previo antes de hacer frente a sus síntomas podría hacerse pesado, pero no lo es. La serie esta bien contada, es entretenida y lo suficientemente original para mantener un interés constante. Las particularidades de cada caso enmarcadas en los bellísimos decorados crean singulares metáforas gráficas que invitan a potenciar eventos en realidad poco trascendentes pero suficientemente completos para convencer y finalmente, Ginko es un pilar robusto donde reposar el peso del relato: cortes, agradable y con un punto de misterio instigara nuestra curiosidad lo necesario para hacernos llegar al final de la obra sin apenas esfuerzo palpable...


Mito:

Destinada a alejarnos de la mundanal alternativa de tópicos que saturan el anime actual, Mushishi conforma una destacable fábula cuyos episodios fluctúan desigualmente en cuanto a trascendencia general . Lo que cuenta pude no convencer en ocasiones si lo reflexionamos objetivamente ya que en muchas ocasiones el relato mantendrá un estatus neutral en cuanto a su dudosa relevancia. Pero en ningún momento desciende a límites extremos y la brutal exposición técnica que envuelve el resto de apartados rescata de las hipotecas profundidades cualquier momentos que pueda flojear. Los escenarios son espléndidos, las animaciones fantásticas y la música preciosa. Posee notables inyecciones de imaginación y una personalidad intransferible que reencarnan momentos puntuales de una calidad por encima de la media. En ningun momento nos embarga el tedio, los originales efectos de los mushi en las personas son variados y de ingeniosos tratamientos y Ginko cae simpático desde el primer momento.

El afecto por este personaje se acrecentara progresivamente cuando comprobemos que este viaje fantástico trasciende con mucho el mero interés científico o la caridad para con los necesitados...

Mushishi es una muy recomendable fantasía de pequeños cuentos que aparentan una malicia finalmente descafeinada, ideal para espectadores de todas las edades y que por contra están perfectamente narrados, entretienen eficazmente y poseen una destreza estética y un aplastante trabajo de producción detrás que ridiculizan obras consagradas por motivos menos meritorios. Muy recomendable


lo mejor

Suspense de calidad para todos los públicos

Poderosa parte técnica

Personalidad en un genero atípico

Entretenida y muy imaginativa


Lo peor

La trascendencia de algún capitulo concreto es muy cuestionable

Le falta “mala baba”



Metalchuan



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